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¿Has oído hablar de la enfermedad de boca, mano y pie?

La enfermedad de boca, mano y pie es un virus muy común entre bebés y niños, sobre todo en edades tempranas.

Durante los primeros años de vida, es frecuente que los pequeños contraigan ciertas patologías cuando comienzan a ir a la guardería.

Y es que es inevitable que el contacto entre sus compañeros puede acarrear alguna enfermedad.

Si quieres saber más sobre la prevención y tratamiento de la enfermedad de boca, mano y pie, no te pierdas este artículo.

¿Qué es la enfermedad de boca, mano y pie?

La enfermedad de boca, mano y pie es una infección que se contagia con mucha facilidad, por lo que es importante que, tras diagnosticarla, el pequeño deje de acudir a clase.

Es una patología especialmente frecuente en niños de hasta 5 años, aunque también pueden contagiarse personas adultas -eso sí, en menor medida-.

Lo habitual es que el virus comience afectando la garganta y se vaya extendiendo hasta otras partes del cuerpo donde afloran de forma visible los síntomas.

Los signos que nos avisan de que nuestro bebé puede tener esta afección son abundantes y pueden variar según la gravedad de cada caso.

Con frecuencia la enfermedad aparece con los típicos síntomas de un resfriado común, aunque después empiezan a aparecer pequeñas ampollas en la boca, manos y pies.

¿Qué causa esta patología?

Como hemos explicado anteriormente, la enfermedad está causada por un virus, en concreto el llamado Coxsackie A16 y otros gérmenes derivados.

Su transmisión es muy rápida, ya que los agentes patógenos llegan al organismo del niño a través de pequeñas gotas por el aire, por ejemplo, debido a un estornudo.

Es muy frecuente que los pequeños se contagien en la guardería, campamentos de verano o si están en contacto permanente con otros bebés o niños que padecen la enfermedad.

Síntomas de la enfermedad de boca, mano y pie

Como su propio nombre indica, los principales indicios de que un niño tiene esta patología puede apreciarse en la boca, las manos y los pies.

  • Boca: en esta parte del cuerpo, pueden aparecer pequeñas heridas en el interior de las mejillas, en las encías, en la lengua o incluso en el paladar.
  • Manos: el niño puede presentar sarpullido o irritación en dedos y las palmas de las manos.
  • Pies: la zona más afectada suele ser la planta, el talón y también entre los dedos.

Aún así, es posible que se den otro tipo de indicios, como dolores, úlceras o mal estar general.

Sobre todo cuando el virus está todavía incubándose, es habitual que el niño presente como primeros síntomas los siguientes:

  • Dolores de cabeza y de garganta
  • Tos y síntomas gripales
  • Estado febril
  • En caso de bebés, mayor irritación o sarpullido en las zonas que están en contacto con el pañal
  • Somnolencia

¿Cómo se hace el diagnóstico?

Es importante que, en caso de apreciar los signos descritos, llevemos a nuestro hijo a un pediatra para que pueda valorar su estado.

A través de un examen físico y analizando las pequeñas ampollas de la piel y la boca, el médico podrá emitir un diagnóstico certero.

Es fundamental que sea un especialista quien determine que realmente estamos ante un caso de la enfermedad boca, mano y pie para evitar confundirla con otras, como la varicela.

El tratamiento para la enfermedad de boca, mano y pie

A pesar de ser una patología bastante común entre los menores de hasta 5 años de edad, lo cierto es que no existe un tratamiento específico para frenar la infección.

Al tener un origen vírico y no bacteriano, los fármacos antibióticos no surten efecto.

Se trata de un proceso similar al del virus del herpes: no existe un tratamiento para erradicarlo, pues la herida del labio está presente durante el ciclo de vida natural del propio virus.

Del mismo modo, es posible que un niño tenga recidiva y vuelva a contagiarse de la enfermedad de boca, mano y pie.

Lo normal es que el niño presente sintomatología durante aproximadamente una semana, que es el tiempo que el virus permanece en el cuerpo.

Sin embargo, el pediatra podrá recomendar un tratamiento enfocado a paliar los síntomas derivados de la enfermedad.

Higiene permanente

Es importante que las áreas del cuerpo donde haya ampollas permanezcan limpias y queden al descubierto.

Así, conviene no llevar guantes y lavar con frecuencia las manos con agua templada.

En caso de que una de las ampollas se rompa y comience a supurar pus, aplica un poco de crema antibiótica y cubre la herida con una gasa suave.

Vigila la alimentación

Dado que la mucosa de la cavidad oral resulta especialmente sensible cuando presenta llagas, es conveniente evitar ciertas comidas y bebidas.

Lo ideal es ingerir alimentos que faciliten la deglución, como cremas o purés, y no requieran mucho tiempo de masticado.

Igualmente, es aconsejable evitar la toma de bebidas azucaradas o con gas, debido a su contenido ácido.

Mucha hidratación

Vigila que el pequeño beba agua con frecuencia y se mantenga bien hidratado.

Este simple gesto contribuirá en gran medida a que los síntomas que también se asocian a la gripe se reduzcan.



Cómo prevenir el contagio de la enfermedad de boca, mano y pie

Tal y como explicábamos con anterioridad, el virus se propaga con bastante facilidad entre un niño y otro.

Es por que, en caso de que tu hijo padezca la enfermedad, informes a su centro escolar para poner sobre aviso al profesorado y resto de padres y madres.

Para evitar el contagio, tan solo hay que adquirir una serie de hábitos hasta que el virus haya desaparecido por completo:

  • Enseña al pequeño a estornudar y toser en un pañuelo desechable
  • Tanto el pequeño como sus progenitores deben lavarse las manos con asiduidad, sobre todo tras cambiar los pañales
  • Limpiar y desinfectar con frecuencia la superficies y juguetes que ha tocado el niño
  • Evitar que dos personas bebas del mismo vaso o compartan cubiertos

Lo más importante sobre esta enfermedad es diagnosticarla a tiempo e intentar paliar los síntomas con los consejos del pediatra.

Ten en cuenta que la prevención contra el contagio de otros niños es fundamental, ya que el virus pasa de un organismo a otro con relativa facilidad.

Lo normal es que no haya mayores complicaciones y al cabo de 7 o 10 días el pequeño esté completamente recuperado y listo para volver a clase.

Cualquier duda que os pueda surgir sobre este artículo u otros temas no dudéis en poneros en contacto con nosotras a través de vía telefónica,email o WhatsApp.

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