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La mordida en tijera

Al igual que sucede con otro tipo de problemas de mordida, se trata de una anomalía que puede provocar serios problemas para la persona, no solo a nivel estético sino funcional.

Por ello, es imprescindible abordar la mordida en tijera a tiempo para que el tratamiento sea más efectivo.

Lo ideal es corregir esta maloclusión durante la infancia, aunque en la edad adulta también es posible solventarla, pero a través de una cirugía.

¿Qué es la mordida en tijera?

Antes de nada, vamos a explicar cuándo una persona presenta mordida en tijera, pues simplemente con este nombre es probable que no sepamos identificarla correctamente.

Se trata de una maloclusión en el plano transversal de la boca, es decir, se produce cuando ambas arcadas no encajan debidamente.

En concreto, las cúspides de las piezas superiores e inferiores no contactan, por lo que los pacientes con mordida en tijera tienen muchos problemas para masticar correctamente.

Esto se debe a que el maxilar cubre por completo a la mandíbula por ser demasiado grande.

Aunque existen maloclusiones que se suelen dar con cierta asiduidad entre la población, la mordida en tijera resulta poco frecuente y no es habitual.

Aun así, la ortodoncia y los tratamientos que engloba permiten corregirla y obtener una dentadura funcional y completamente estética.

Diferencias con otras maloclusiones de tipo transversal

Aparte de la mordida en tijera, hay otra maloclusión en el plano transversal que sí se puede encontrar en la boca de pacientes con más frecuencia.

Nos referimos a la mordida cruzada, que se da si la arcada superior está situada por dentro de la inferior.

En estos casos, su origen puede ser dentario -por la posición de las piezas- o esquelético -por el crecimiento y desarrollo del maxilar y la mandíbula.

Podríamos decir a grosso modo que la mordida en tijera es la versión más “extrema” de la cruzada.

En la siguiente imagen, puedes ver gráficamente la diferencia entre ambas y un ejemplo de cómo debería ser una oclusión óptima.

Clase I: la oclusión ideal

Para aclarar tus dudas sobre cuál es la que está considerada como la mordida óptima, haremos una pequeña descripción.

Existe una referencia o patrón por la que los dentistas se guían para identificar cuándo un paciente presenta alguna maloclusión.

Dicha oclusión tiene el nombre de clase I y es la que permite cumplir de forma satisfactoria las funciones masticatorias de la cavidad oral.

Podemos identificar la clase I si observamos que el colmillo inferior se sitúa, con la dentadura cerrada, entre 3 y 4 milímetros por delante que el superior.

¿Por qué se produce la mordida en tijera?

Existen una serie de factores comunes que tienen como consecuencia la formación de un problema de mordida.

Dependiendo de cada persona, es posible desarrollar mordida en tijera, cruzada, clase II, clase III, etc.

Las principales causas por las que se da una maloclusión son:

  • Herencia genética, que afecta sobre todo al desarrollo armónico de la mandíbula y el maxilar. Cuando el tamaño entre ambos no es el adecuado, se origina un problema de mordida.
  • Los hábitos de la infancia también tienen un importante peso en la formación de la boca, como la costumbre de chuparse el dedo o colocar mal la lengua
  • La falta de piezas no solo perjudica a la integridad del hueso dental, sino que conlleva la malposición de los dientes adyacentes, ya que tienden a moverse para ocupar el espacio.
  • En caso de que los dientes no tengas el espacio suficiente para emerger, saldrán en una posición indebida, afectando a la oclusión.
  • Un golpe o fractura de la mandíbula también puede producir una maloclusión dental.

Tratamientos para corregir la mordida en tijera

Como adelantábamos al inicio de este artículo, la mejor forma de abordar la mordida en tijera es pautando un tratamiento de ortodoncia.

Durante la infancia, normalmente hasta los 11 años, es posible moldear los huesos dentales y de la cara para guiarlos hacia un crecimiento correcto.

Mediante la ortodoncia interceptiva, el ortodoncista es capaz de modificar el tamaño y la posición de la estructura ósea, consiguiendo la oclusión óptima para el paciente.

Sin embargo, en el caso de las personas adultas el procedimiento se vuelve más complejo y largo, ya que una vez que el crecimiento ha concluido, no podemos cambiar los huesos dentales.

En caso de que sea necesario intervenir sobre el maxilar, es necesario que la persona se someta a la llamada cirugía ortognática.

A través de esta operación quirúrgica, realizada por un cirujano, se recupera la armonía de la masa ósea.

Este tipo de procedimientos debe combinarse siempre con un tratamiento de ortodoncia, de una duración aproximada de dos años, aunque depende de cada caso

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